Ella es yesca,
enciende sin querer,
inflama al paso,
dejando sonrosadas las pupilas
entre las ganas y las prisas…
Incendia sin darse cuenta,
con su mirada que es leña
(incluso pedernal)
a la vez cauta y -como la flama- coqueta
evitando en sí el fuego que la quema
Podría arder con ella
encarnarme en esa llama
pero con mi aliento se aleja…
Quizás intuye su poder
su íntima llamarada
el poder de yesca,
de fósforo en el alma
Y sin embargo le ruego…
Pues es mejor arder
mirándola
quizás frotándola
que consumirse en la nada