Apuntes de la categoría: Casa de Empeños

Oración de los últimos meses

Fecha: 9 de noviembre de 2021 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0
Gracias Dios por todas las experiencias que recibí en estos meses, cuando había mucho en riesgo y la oscuridad casi no dejaba mirar.
Gracias por permitirme conocer el bosque y no sólo el árbol que tenía frente a la nariz.
Gracias por brindarme sensatez en momentos de prueba, cuando pude ceder y dejarme llevar.
Gracias por darme la claridad para decir que no, aún frente a tantas presiones, y también para decir que sí, pero sólo en lo aquello que era justo y necesario.
Gracias por permitirme hacer algo por Colima, aún en medio de tantas tribulaciones.
Gracias por abrirme un pequeño camino en medio de la soledad y el inevitable silencio.
Gracias por darme la fuerza para resistir a la tentación, tanto como a la presión.
Gracias por no dejarme caer en el engaño.
Gracias, también, por no dejarme ir al otro extremo, donde me habría convertido en un malagradecido.
Gracias por dejarme fuera de proyectos y posibles empleos que a la larga me habrían dado infelicidad en lugar de perspectiva.
Gracias por mantener a mis hijas, a mi madre y a mi hermana, así como a toda mi pequeña gran familia en un lugar dotado de sosiego.
Gracias por no dejar que me encandilara con el momento.
Gracias por dejarme seguir sano.
Gracias por brindarme la oportunidad para el reconocimiento y no para la infamia.
Gracias por señalarme otros caminos que llevarán, así lo creo, al lugar elegido.
Gracias por la enseñanza para leer por mi mismo tu palabra y por la oportunidad para pensar en ella.
Gracias por dejarme mirar mi yo de joven y sentir que no lo lleno de vergüenza.
Gracias dejarme conservar a las amigas y amigos que quisieron seguir conmigo.
Gracias por dejarme ser congruente, aún con todos mis errores.
Gracias por permitir que siga trayendo pan a la mesa de mi casa, aún con tantos retos financieros.
Gracias, como ya te lo he dicho, porque sigo sin ser parte de los ingratos, de los oscuros, de los amargados, de los absurdos, ni de los vencidos.
Gracias por todo, de nuevo, mi Dios.

 

El beso

Fecha: 21 de agosto de 2021 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0

Veo un documental en el canal 22 sobre Andrés Henestrosa. Alaba a la mujer del Istmo, su belleza, su forma de caminar. Mientras deambula por las calles de Oaxaca chulea a una bailarina ataviada con las galas de su danza y le pide un beso. Ella se acerca y se lo da. No puedo imaginar una imagen más clara del éxito, del gozo de la vida: un beso dado con gusto a un hombre que ya pasaba de los noventa y seguía alabando la belleza de las mujeres de su tierra. Bendito sea. Grata memoria para él.‬ Volveré a leer «Los hombres que dispersó la danza» o algunos de los sabrosos apuntes de su «Alacena de minucias» para rendirle homenaje el día de hoy, nada más por el gusto de recordarlo.

Obsesión y flojera

Fecha: 1 de julio de 2021 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0
Cuando alguien defiende con excesiva vehemencia una idea, un punto de vista, una doctrina, una creencia o una perspectiva, no lo considero como un ser de convicciones, un idealista o un soberbio. Ni siquiera, en el peor de los casos, como un fanático.
Para mí es, antes que todo, un flojo, un holgazán, un ser de comodidades: alguien que no quiere pensar un poco más en lo complejo de la realidad y prefiere acomodar su cabeza en una mullida pero estrecha almohada donde nadie vendrá a molestarlo con otros puntos de vista.
Con esa percepción mía sobre la holgazanería mental y las máscaras que adopta, me parece menos agobiante comprender los empecinamientos de los ortodoxos, las insistencias de los obsesivos, los viscerales odios de los fanáticos, la rabia de los intolerantes y hasta los macabros delirios de los fundamentalistas (ésos que quisieran destruir al mundo con tal de lograr el triunfo de su retorcida fe).
No existen complejidades al respecto. Son pura flojera y nada más.

Evitar al ruin

Fecha: 9 de mayo de 2021 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0
En la bella película Pablo, apóstol de Cristo (2018), con James Faulkner y Jim Caviezel, aparece una escena inicial que da para muchas reflexiones. Lucas el evangelista, discípulo de Pablo (el gran propagador de la fe cristiana en las principales ciudades del imperio romano y uno de los hombres más destacados de la historia) visita a su maestro en la prisión romana donde espera su ejecución. Como no es judío, sino griego, logra el salvoconducto para ingresar. El guardia de la prisión, un individuo soez, le dice: «Recuerda: podrás salir de la prisión sólo si yo lo decido». Era una expresión de dominio. Lucas, un hombre instruido (se supone que era médico y poseía una sólida cultura general) le responde: «Ciertamente, pues eres un hombre poderoso». El guardia asiente con satisfacción y le deja pasar.
¿Cuántas veces nos hemos encontrado en una situación así? El que goza (de forma circunstancial) de una pequeña porción de poder (el sello de un trámite, la llave de una puerta, el papel en el escritorio, en fin) se siente animado por los oscuros resortes de su personalidad a portarse como un amo absoluto con el individuo que llega a sus manos. Alguien podría plantarse y discutir con él, ponerlo en su lugar, confrontarlo, pero es una pérdida de tiempo, pues esos pequeños tiranos se sienten todopoderosos en ese momento y lo que desean es una dádiva, es decir, un halago, un ruego o algo de dinero.
El pequeño ser de poder es así. Basta ese mínimo jirón de facultades para hacerlo sentir realizado y exaltado. Abundan los especímenes así, que a la mínima dosis de fuerza se sienten dictadorzuelos. El clásico mexicano los definía muy bien: «se suben a un ladrillo y se marean». Cierto.
Pues bien, para vencerlos basta la técnica del personaje de Lucas: no confrontarlos y darle algo de esa dosis de alabanza que requieren para que resulten dóciles y no entorpezcan nuestros propósitos. Lucas lo hace con elegancia y su respuesta, aún pareciendo un reconocimiento, posee un toque de burla que el otro individuo, torpe y ruin, no logra descifrar.
Habrá quien desee, insisto, pelear, pero eso sólo le retrasará en su propósito esencial. Lo importante es lograr que el trámite se realice con rapidez y listo, a seguir con nuestra misión, que es lo importante.
Después de todo, cuando nos cruzamos con una culebra en nuestro camino no es necesario ponernos a discutir con ella. No, lo mejor es evitarla y seguir hacia donde vamos. Fue un consejo que me dio una vez mi padre y vaya que me sirve hasta la fecha.
No cabe duda que todo posee enseñanzas si sabemos mirar y escuchar. Hasta una película.

Palabras que valen

Fecha: 26 de marzo de 2021 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0
Lo que se dice debería valer. No digo que mucho en todos los casos pero sí algo y eso definiría el precio de cada persona (el ser que emite los sonidos).
Las palabras serían entonces como polvo de oro, las frases como lingotes y las promesas como gemas.
Los diálogos bien dichos acreditarían y algunos, los estupendos, serían cosa de millonarios.
La fonología, así, recobraría su legítima calidad y su necesario mérito.
El problema es que si los vocablos valieran algunos se volverían unos avaros del decir.
Silentes a fuerza de codicia.
Sí, por mezquindad se quedarían mudos.