Señorío

Fecha: 10 de agosto de 2017 Categoría: Casa de Empeños Comentarios: 0

De niño escuchaba atento las conversaciones de las mujeres de mi familia. Solían elogiar a alguien diciendo: «es un señor», o bien «es muy señor». Con el tiempo entendí que ser señor era ser un caballero, un hombre de bien que cumple su función en la vida, que no se arredra y es atento al mismo tiempo. También implicaba un individuo entregado a su familia, sin sufrir esos devaneos que tan fácil llevan al ridículo. Esos mensajes quedaron tan grabados que no puedo apartarlos de mi camino, aunque lo intente. De forma deliberada, incluso inconsciente, sigo persiguiendo el ideal del señorío en mi vida cotidiana. Lo busco incluso en lo literario, intentando comprenderlo en todos sus matices. Así me ocurrió cuando leí a Gracián, hace muchos años. Ayer que fui a saludar a mi madre encontré en el viejo librero una edición de su Oráculo Manual y descubrí, emocionado, el siguiente texto subrayado y anotado cuando estaba adolescente:

«Señorío al hablar y al actuar. Con él uno se hace sitio en todas partes y gana respeto de antemano. Influye en todo: en conversar, en hablar en público, hasta en caminar y mirar, en la voluntad. Es una gran victoria ganar los corazones»

Bendiciones de la congruencia: puedo releer textos o apuntes de muchos años y contrastarlos con el hoy sin avergonzarme. Quizás no haya alcanzado el pleno señorío —que lo juzguen los demás— pero sigo en el mismo camino y vaya que tal empeño, en esta vida, es una forma de victoria

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